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Antropología en Santiago del Estero

Antropología

Santiago del Estero (Santiago del Estero)

Dirección:

La provincia de Santiago del Estero estuvo poblada, en época precolombina, por los lules al noroeste, los tonocotes y vilelas chulupíes al norte, los guaycurúes abipones al este, los diaguitas al oeste, en la frontera con Tucumán y Catamarca y los sanavirones al sur.

LOS LULES: 
Se conoce de este pueblo desaparecido a mediados del siglo XVIII, que eran nómades; vivían del pillaje sobre los pueblos sedentarios vecinos, de la caza y de la pesca; recogían frutos silvestres, en especial miel y algarroba, con las que preparaban bebidas alcohólicas.
Sus poblados estaban constituidos por chozas y rodeados por empalizadas.
Como vestimenta los hombres llevaban una especie de cinturón con plumas de ñandú y las mujeres un cinturón similar, con un delantal tejido en caraguata.
Como adorno se horadaban las orejas, colgando hilos de colores.
En las fiestas los varones se pintaban el cuerpo imitando las manchas del jaguar y las mujeres con negro y rojo en la cara.

LOS TONOCOTES O JURIES: 
Eran un pueblo sedentario, con una cultura avanzada de la Edad del Bronce. Su economía se basaba en la agricultura con un sistema similar al de los antiguos egipcios, esto es aprovechando las inundaciones anuales de los ríos, con cultivo de maíz, quinoa, porotos y zapallos, a la vez criaban llamas y ñandúes. Complementaban ello con la caza, pesca con flechas y redes y la recolección de la algarroba -con la que elaboraban panes de patay y bebidas alcohólicas-, chañar, tunas, pasacanas, miel silvestre, grana y añil.
Las viviendas eran chozas redondas o cuadrangulares de ramas con techo a dos aguas y se agrupaban formando pueblos rodeados de empalizadas.
El vestido en los hombres consistía en un delantal de plumas de ñandú, a veces con collares de lo mismo cubriendo el pecho. Usaban mantos de plumas y de lana; las mujeres vestían una falda no muy larga de lana y una manta que les cubría el busto. Las mantas llevaban adornos hechos con huesos de ala de buitre.
Las armas eran el arco y flechas envenenadas y la macana.
Sus industrias eran el tejido en telar, los trabajos con plumas, la cestería, una cerámica de muy alta calidad y la metalurgia.
En el territorio de estos pueblos son sumamente abundantes las urnas funerarias, bellamente pintadas.

LOS VILELAS: 
Lo poco que se sabe de este pueblo es que cultivaban la tierra, en particular maíz, porotos y zapallos; criaban ovejas y se vestían con su lana. Algunos grupos, sin embargo, se mantenían con la caza y la recolección de frutos silvestres; elaboraban una alfarería no muy desarrollada.
Sus viviendas eran grandes chozas colectivas, que tenían tantas puertas como familias vivían en ellas; las aldeas eran grandes.
El cacicazgo era hereditario.

LOS ABIPONES: 
Parece que fueron los primeros en adoptar la cultura del caballo a principios del siglo XVII, casi contemporáneamente los siguieron los mocovíes y más tarde los tobas y pilagás.
Eran básicamente cazadores y recolectores. Cazaban ñandúes, venados, tapires y pecaríes. Recolectaban los frutos del algarrobo, chañar, mistol, molle, tunas silvestres, cogollos de palmera y miel silvestre.
La pesca era igualmente desarrollada, secándose y almacenándose los sobrantes.
Esta pesca se realizaba con arpones, nasas, diques y redes.
La vivienda era una choza en forma de media naranja, hecha con ramas y cubierta de paja.
La vestimenta consistía en el clásico manto patagónico, para las épocas de frío, fabricado con pieles de nutria y pintado con líneas rojas geométricas en su lado interno, y faldas de piel. Como adornos usaban vinchas, tatuajes en el rostro y depilación de la frente, plumas en la cabeza y tobillos, pulseras, collares y tarugos en las orejas; mocasines como calzado.
Las armas eran principalmente el arco y flechas con puntas de hueso, lanzas y garrotes de guerra; también usaban boleadoras y arpones.
Entre las técnicas se destaca el tejido de las fibras de caraguata. Recientemente han adoptado el telar y la alfarería.
La familia era monogámica pero fácilmente disoluble; la poligamia existía y existe aún para los jefes; el matrimonio es por simple convenio o compra.
El cacicazgo era hereditario, siempre que hubiera idoneidad en los sucesores.
Se cree que estos pueblos provienen de la Patagonia, desde donde habrían emigrado en épocas remotas.

LOS SANAVIRONES: 
Eran agricultores, a la vez que recolectaban algarroba y chañar y criaban llamas.
Sus casas eran grandes, para varias familias y construidas con ramas y paja; los pueblos eran pequeños y rodeados de empalizadas de ramas y cardones.
Sus armas eran el arco y flechas con puntas de piedra y hueso, boleadoras y mazas.
La cerámica era muy sencilla, con ornamentación incisa. Conocían el tejido.
No se sabe nada de su organización social y casi nada de su religión.

LOS DIAGUITAS: 
Conjunto de pueblos, sin unidad racial, que ocuparon todo el noroeste argentino y que fueron los mas desarrollados entre los antiguos pobladores de nuestro territorio.
No constituía una unidad política ni cultural, sino una serie de núcleos en cuya cultura notamos distintos grados de desarrollo, distribuidos en tribus y ayllus, cada cual con sus caciques independientes. Todos estos pueblos habían sido dominados por la expansión incaica a mediados del siglo XV.
La base absoluta de su economía era la agricultura, altamente desarrollada, con cultivo del maíz, porotos, zapallos, quinoa, papa, etc., cultivados en andenes, con irrigación artificial, cuya eficacia fue tal que la utilizaron los españoles y en parte sigue usándose en la actualidad. Al mismo tiempo se criaban llamas.
Practicaban la caza y la recolección de frutos silvestres, especialmente la algarroba, que guardaban en silos subterráneos y servía para hacer aloja, chicha y panes de patay.
La vivienda eran ranchos cuadrangulares de piedra o quincha (ramas y barro), segun las regiones; el techo era generalmente a dos aguas.
Se agrupaban formando poblados que frecuentemente tenían un lugar bajo de vivienda común y otro alto, en un cerro inmediato, donde las habitaciones estaban rodeadas de un muro defensivo de piedra. En su mayor parte, estas poblaciones altas fortificadas -pucarás- datan del período del dominio incaico.
La vestimenta básica era la túnica o camiseta andina, en este caso más larga que en otros pueblos. Llegaba hasta los tobillos y era atada a la cintura por una faja; era de lana tejida en telar y adornada con motivos geométricos.
Las mujeres solteras usaban ropas de colores vivos y las casadas en tonos pardos. Usaban el cabello largo, suelto en algunas tribus y en otras formando varias trenzas que a veces se recogían sobre la cabeza. Como calzado usaban ojotas o sandalias de cuero.
Como adornos usaban diademas de plumas, vinchas de oro, cobre y bronce, brazaletes, prendedores, aros y pectorales de los mismos metales. Era común la pintura del rostro.
Para el traslado de los principales caciques usaban la litera. Las llamas eran utilizadas como animal de carga.
Las armas eran el arco y flechas con puntas de piedra, lanzas cortas, mazas y propulsores.
Conocían el uso del telar. La cerámica estaba muy desarrollada, con piezas pintadas en dos y tres colores. También tenían una excelente cestería. La metalurgia estaba muy avanzada, con uso del cobre, bronce, oro y plata con los que hacían adornos y cuchillos en forma de T, hachas, puntas de flechas, etc.
La familia era polígama. Las tribus estaban comandadas por caciques, quienes eran tambíen los jefes de guerra. El cacicazgo era hereditario por línea paterna.
Adoraban al sol, al trueno y al rayo. Practicaban sacrificios de animales y, ocasionalmente, humanos.
Las prácticas funerarias eran muy variadas. En todo su territorio son muy abundantes los hallazgos de urnas funerarias de niños, que parecen corresponder a sacrificios de infantes.