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Antropología en Chaco

Antropología

Chaco (Chaco)

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En la provincia del Chaco habitaban cuatro grupos principales: los vilelas, tonocotes mataráes y matacos al noroeste, y los guaycurúes al este.
Los dos primeros se han extinguido, en tanto que los otros dos cuentan hoy con varios millares de individuos, y constituyen una parte importante de la población de esta región.

LOS TONOCOTES 
Eran un pueblo sedentario, con una cultura avanzada de la Edad del Bronce.
Su economía se basaba en la agricultura, con un sistema similar al de los antiguos egipcios, esto es aprovechando las inundaciones anuales de los ríos, con cultivo de maiz, quinoa, porotos y zapallos, a la vez que criaban llamas y ñandúes. Complementaban ésto con la caza, pesca con flechas y redes y la recolección de la algarroba, con la que elaboraban panes de patay y bebidas alcohólicas, chañar, tunas, pasacanas, miel silvestre, grana y añil.
Las viviendas eran chozas redondas o cuadrangulares de ramas con techo a dos aguas, y se agrupaban formando pueblos rodeados de empalizadas.
El vestido en los hombres consistía en un delantal de plumas de ñandú, a veces con collares de lo mismo cubriendo el pecho. Usaban mantos de plumas y de lana; las mujeres vestían una falda no muy larga de lana y una manta que les cubría el busto. Las mantas llevaban adornos hechos con huesos de ala de buitre.
Las armas eran el arco y flechas envenenadas y la macana.
Sus industrias eran el tejido en telar, los trabajos con plumas, la cestería, una cerámica de muy alta calidad y la metalurgia.
En el territorio de estos pueblos son sumamente abundantes las urnas funerarias, bellamente pintadas.

LOS VILELAS 
Lo poco que se sabe de este pueblo es que cultivaban la tierra, en particular maiz, porotos y zapallos; criaban ovejas y se vestían con su lana. Algunos grupos, sin embargo, se mantenían con la caza y la recolección de frutos silvestres.
Sus viviendas eran grandes chozas colectivas, que tenían tantas puertas como familias vivían en ellas. Las aldeas eran grandes.
Elaboraban una alfarería no muy desarrollada.
El cacicazgo era hereditario.

LOS GUAYCURUES 
Los conjuntos tribales de este grupo lingüístico y cultural que habitaron en nuestro territorio son los abipones, mocovíes, tobas y pilagás. Su difusión abarcaba las provincias de Formosa, Chaco y Norte de Santa Fe.
Los abipones parece que fueron los primeros en adoptar la cultura del caballo, a principios del siglo XVII, casi contemporáneamente los siguieron los mocovíes y más tarde los tobas y pilagás.
Eran básicamente cazadores y recolectores. Cazaban ñandúes, venados, tapires y pecaríes. Recolectaban los frutos del algarrobo, chañar, mistol, molle, tunas silvestres, cogollos de palmeras y miel silvestre.
La pesca era igualmente desarrollada, secándose y almacenándose los sobrantes.
Esta pesca se realizaba con arpones, nasas, diques y redes.
La vivienda era una choza en forma de media naranja, hecha con ramas y cubierta de paja.
La vestimenta consistía en el clásico manto patagónico, para las épocas de frío, fabricado con pieles de nutria y pintado con líneas rojas geométricas en su lado interno, y faldas de piel. Como adornos: vinchas, tatuaje del rostro y depilación de la frente, plumas en la cabeza y tobillos, pulseras, collares y tarugos en las orejas. Mocasines como calzado.
Las armas eran principalmente el arco y flechas con puntas de hueso, lanzas y garrotes de guerra; también usaban boleadoras y arpones.
Entre las técnicas se destaca el tejido de las fibras de caraguata.
Recientemente han adoptado el telar y la alfarería.
La familia era monogámica pero fácilmente disoluble; la poligamia existía y existe aún para los jefes; el matrimonio es por simple convenio o compra.
El cacicazgo era hereditario, siempre que hubiera idoneidad en los sucesores.
Se cree que estos pueblos provienen de la Patagonia, desde donde habrían emigrado en épocas remotas.

LOS MATACOS 
Las tribus de este grupo no llegaron a adaptarse a la cultura del caballo, por lo cual su historia es mucho más pacífica que la de los guaycurúes. Por lo mismo, también, conservan mucho más su cultura originaria precolombina.
Racialmente son de tipo pámpido o patagónido.
La economía se basa hoy en la recolección de productos naturales, la caza y la pesca. Algunos grupos cultivan la tierra en forma rudimentaria.
En cuanto a la vivienda y vestimenta, eran similares a la de los guaycurúes.
Antiguamente los hombres usaban el manto de pieles patagónico, de nutria, zorro o venado, pintado en su interior con motivos geométricos rojos o negros, sustituido desde hace tiempo por el poncho de lana tejido en telar andino.
Era común el uso de una especie de túnica corta tejida con fibra de caraguatá, adornada con moticos geométricos negros.
Las mujeres usaban una falda de cuero que llegaba hasta las rodillas.
Como adornos lucían collares, tatuajes faciales y pinturas corporales, adornos auriculares, vinchas rojas y tobilleras de plumas.
En épocas recientes han adoptado la cerámica, que es bastante tosca.
La familia es monogámica pero los caciques y hombres más pudientes tienen más de una mujer. El cacicazgo es hereditario, pero los caciques tienen muy poca autoridad.
Son esencialmente agricultores, con cultivo especial del maíz y la mandioca.
También se dedican a la caza y a la pesca, utilizando flechas de punta chata para la caza de aves, trampas para la caza de mamíferos y flechas con varias puntas multidentadas y lanzas para la pesca.
Utilizan graneros palafíticos para guardar sus provisiones y morteros de madera para moler los granos.
Sus habitaciones son ranchos cuadrangulares con techo a dos aguas, hechos de troncos y recubiertos de paja.
La vestimenta actual de los hombres es igual a la de los blancos, pero las mujeres todavía suelen usar el tipoy de algodón, difundido por los misioneros.
Antiguamente los adornos eran numerosos: collares, adornos de plumas, etc., pero casi todos han desaparecido.
Las armas antiguas eran: arco y flechas y macana con cabeza de piedra redondeada.
La cestería comprende formas primitivas en espiral y otras altamente desarrolladas de entrecruzado.
El tejido en telar tiene un alto grado de desarrollo, con telares de tipo andino y amazónico.
Mención especial merece la alfarería, que es una síntesis de elementos tupiguaraní, andinos y arawak.