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A la vez ceremonia religiosa y fiesta popular, el misachico es una pequeña procesión rural en la que se lleva la imagen venerada, adornada con flores y guirnaldas, de un pueblo a otro.
El Santo permanece durante el año guardado en un nicho, que se construye especialmente en la mejor pieza de la casa.
Los procesantes recorren a veces largas distancias, llevando las imágenes al son de bombos, quenas o violines. Viajan durante el día y descansan donde los sorprende la noche. Colocan al Santo en un sitio apartado, de espaldas a la rueda para que no vea cuando ellos cantan y bailan.
Para la fiesta de la Virgen del Valle llegan a la Catedral de San Fernando del Valle de Catamarca, misachicos de rincones muy apartados y a veces de otras provincias.
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