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Hasta fines del siglo XVIII, la vida folklórica de la región pampeana fue pobre, con cierta influencia norteña y una débil corriente brasileño-portuguesa. Gracias al puerto de Buenos Aires recibió la influencia española.
Los habitantes crearon un folklore propio, siendo la milonga, la cifra, la contradanza y el minué, las primeras expresiones.
El folklore que se desarrolla en el siglo XIX está teñido por los rasgos altivos, solitarios y nobles del gaucho, cuya gran fiesta es la yerra o marcación del ganado.
El caballo es el eje de importantes manifestaciones folklóricas; la doma y los grandes arreos sirven para demostrar las habilidades del jinete.
Cerca de las pulperías, en ocasión de remates de hacienda y de rodeos, se organizan carreras o cuadreras -llamadas así por ser una cuadra la distancia que se corre- entre dos caballos, por los que los paisanos hacen apuestas.
Son juegos típicos la taba y el truco.